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Compilación realizada por: Dr. José Manuel Ruiz Calleja, profesor de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima.

Este trabajo ha sido preparado básicamente con la intención de apoyar la formación de estudiantes de Licenciatura de la Universidad de Colima que se inician en su actividad investigativa, aunque también se puede considerar de utilidad para estudiantes de posgrado. Se trata básicamente de una compilación realizada a partir de obras que en lo fundamental se declaran en la bibliografía consultada y que en consecuencia no se considera «terminada» ni pretende satisfacer, por imposible, todos los criterios de «verdad» en torno a las disímiles concepciones y definiciones categoriales que en el campo científico se pueden encontrar o los diversos enfoques epistemológicos que tanto en la investigación como en la actividad docente, todavía hoy subsisten. Consultar bibliografía del glosario.


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Términos que empiezan con la letra F:


FALACIA:

En lógica, un error en el razonamiento, o con mayor precisión, un fallo cometido en el proceso que arranca desde las premisas de un argumento a su conclusión. Como consecuencia de esta falacia, las premisas dejan de justificar la conclusión. Cabe señalar en lógica una distinción entre falacias formales e informales. Una falacia formal es aquella en que el argumento viola una norma del sistema lógico del que el argumento es parte. Las falacias formales pueden producirse por distintos motivos. En argumentos donde la primera premisa es una proposición hipotética puede darse la falacia de afirmar el consecuente. Por ejemplo, puede decirse que si una persona es astronauta es que esa persona está entonces muy bien entrenada. No obstante, si se dijera que porque Fernando entrena muy a conciencia ha de seguirse de ello que es un astronauta, entonces se incurriría en la falacia de afirmar el argumento consecuente. En aquellos juicios en los que la primera premisa es una disyuntiva (del tipo o esto o aquello), se puede cometer la falacia de afirmar la disyunción. Por ejemplo, supongamos que se dice que o bien Carla o bien Berta acudirán a la cita. Carla irá (con lo que afirmamos una de las partes de la disyunción de la premisa inicial). Por tanto, Berta no irá. (Si se procediera de este modo y para que fuera válido el argumento, la premisa mayor debería haber dicho: “o una o la otra; pero no ambas”, eliminando así la ambigüedad de la proposición disyuntiva al sustituirla con otra proposición más contundente que denominamos disyunción exclusiva. La lógica tradicional aristotélica se centra en los razonamientos silogísticos. Son éstos una forma de argumentos deductivos que constan de una premisa mayor, otra premisa menor y una conclusión. Un ejemplo de silogismo es el siguiente: todas las virtudes son dignas de elogio; la generosidad es una virtud, luego la generosidad es digna de elogio. Son varias las reglas que rigen las inferencias del silogismo correcto; si se viola se comete una falacia formal. Las falacias informales no son en la práctica errores en la estructura formal de un argumento. Con todo, se basan o bien en un fallo evidente que resulta relevante en la conclusión o bien en alguna ambigüedad lingüística. Entre las falacias informales cabe mencionar las que defienden la validez de una conclusión apelando a la fuerza, a la piedad, a la autoridad o a las creencias populares. Inquirir por lo que se pregunta o asumir en las premisas lo que ha de ser demostrado es también una de las falacias informales que deben destacarse. Las falacias de ambigüedad incluyen conclusiones erróneas basadas en un uso equívoco del lenguaje. Considérese el siguiente argumento: todas las leyes son el resultado de una actividad legislativa; Newton descubrió algunas leyes; por tanto, Newton descubrió algunos resultados de la actividad legislativa. Esta conclusión errónea está basada en el uso equívoco de la palabra ley que aparece en las dos premisas.


FENOMENOLOGÍA:

Movimiento filosófico del siglo XX que describe las estructuras de la experiencia tal y como se presentan en la conciencia, sin recurrir a teoría, deducción o suposiciones procedentes de otras disciplinas tales como las ciencias naturales. El fundador de la fenomenología fue el filósofo alemán Edmund Husserl, quien introdujo este término en su libro Ideas. Introducción general a la fenomenología pura (1913). Aunque Husserl nunca renunció a su interés por las esencias, con el tiempo mantendría que sólo las esencias de ciertas estructuras conscientes particulares constituyen el objeto propio de la fenomenología. Husserl, a partir de 1910, definió la fenomenología como el estudio de las estructuras de la conciencia que capacitan al conocimiento para referirse a los objetos fuera de sí misma. Husserl advirtió que la reflexión fenomenológica no presupone que algo exista con carácter material; más bien equivale a “poner en paréntesis la existencia”, es decir, dejar de lado la cuestión de la existencia real del objeto contemplado. Los fenomenólogos que siguieron a Husserl en el intento de utilizar descripciones puras, suscribieron la frase de Husserl que conducía a aprender “las cosas mismas”. Sin embargo, diferían entre sí tanto en lo referente a si la reducción fenomenológica puede ser llevada a cabo, como en lo tocante a lo que es evidente para el filósofo al dar una descripción pura de la experiencia. El filósofo alemán Martin Heidegger, colega de Husserl y su crítico más brillante, proclamó que la fenomenología debe poner de manifiesto qué hay oculto en la experiencia común diaria. Así lo mostró en El ser y el tiempo (1927) al describir lo que llamaba la “estructura de la cotidianidad”, o “ser en el mundo”, que pensó era un sistema interrelacionado de aptitudes, papeles sociales, proyectos e intenciones. El filósofo francés Jean-Paul Sartre, uno de los principales representantes del existencialismo, trató de adaptar la fenomenología de Heidegger a la filosofía de la conciencia, recobrando de ese modo, las enseñanzas de Husserl. Coincidió con éste en que el conocimiento está siempre orientado hacia los objetos, pero criticó su afirmación de que tal direccionalidad fuera posible sólo por medio de entidades mentales peculiares llamadas significados. Otro filósofo francés, Maurice Merleau-Ponty rechazó la idea de Sartre de que la descripción fenomenológica revelara que los seres humanos son puros, aislados y con una conciencia libre. Recalcó el papel de un cuerpo activo y comprometido en todo el conocimiento humano, y por esta vía amplió las nociones de Heidegger destinadas a incluir en la fenomenología el análisis de la percepción. La fenomenología ha tenido una influencia creciente sobre el pensamiento del siglo XX. Se han desarrollado interpretaciones fenomenológicas de teología, sociología, psicología, psiquiatría y crítica literaria. La fenomenología sigue siendo una de las escuelas más importantes de la filosofía actual.


FICHA BIBLIOGRÁFICA:

Permiten ordenar y registrar la información que se ha obtenido durante el proceso de estudio o investigación, por diferentes técnicas o métodos, en las más diversas fuentes. Ellas deben contener los datos descriptivos del documento consultado: autor(es), título y subtítulos, ciudad de edición, editorial, año, páginas y breve anotación sobre el tema que trata.


FICHA DE CONTENIDO:

Al igual que la ficha bibliográfica permiten ordenar y registrar la información que se ha obtenido durante el proceso de estudio o investigación, por diferentes técnicas o métodos, en las más diversas fuentes, pero a diferencia de las fichas bibliográficas, estas toman la información literalmente o extractada de la fuente original consultada, pueden contener citas textuales que van entrecomilladas y en el caso de que estemos en desacuerdo con lo expresado por el autor, podemos hacer alguna aclaración, preferiblemente entre corchetes para significar que el criterio es nuestro y no aparece en el original.


FILOSOFÍA:

Filosofía, término derivado del griego, que significa amor por la sabiduría. Esta definición clásica convierte a la filosofía en una tensión que nunca concluye, en una búsqueda sin término del verdadero conocimiento de la realidad. Es aquél saber de la razón humana que penetrando hasta las últimas razones, investiga la realidad total, especialmente el ser y el deber ser, propias del ser humano.


FILOSOFÍA DE LA CIENCIA:

Es la investigación sobre la naturaleza general de la práctica científica. La filosofía de la ciencia se ocupa de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y los procesos de la naturaleza. Su objeto es tan antiguo y se halla tan extendido como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos, y han preferido seguir “haciendo ciencia” en vez de dedicar más tiempo a considerar en términos generales “cómo se hace la ciencia”. Entre los filósofos, la filosofía de la ciencia ha sido siempre un problema central; dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume, Immanuel Kant y John Stuart Mill. Gran parte de la filosofía de la ciencia es indisociable de la epistemología, la teoría del conocimiento, un tema que ha sido considerado por casi todos los filósofos. Mario Bunge llama filosofía científica a la clase de concepciones filosóficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que nos permite: a) plantear cuestiones fácticas “razonables” (esto es, preguntas que son significativas, no triviales, y que probablemente pueden ser respondidas dentro de una teoría existente o concebible); y b) probar respuestas probables en todos los campos especiales del conocimiento. Explica Bunge, que no debe confundirse la filosofía científica con el cientificismo en cualquiera de sus dos versiones: el enciclopedismo científico y el reduccionismo naturalista. El enciclopedismo científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los resultados más generales de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos, y preferiblemente formulándolos todos en un único lenguaje (por ej., el de la física). En cambio, la filosofía, científica o no, analiza lo que se le presente y, a partir de este material, construye teorías de segundo nivel, es decir teorías de teorías; la filosofía será científica en la medida en que elabore de manera racional los materiales previamente elaborados por la ciencia. Así es como puede entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico. En relación con el cientificismo concebido como reduccionismo naturalista -y que a veces se superpone con el enciclopedismo científico como ocurre con el fisicalismo-, puede describírselo como una tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas, irreductibles, de cada nivel de la realidad. El cientificismo radical de esta especie sostendría, por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema físico-químico (o, a lo sumo, biológico), de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente mediante la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase. En cambio, la filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada campo, con la única condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales del método científico en lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera es como puede entenderse la extensión del método científico a todos los campos especiales del conocimiento.
Es la investigación sobre la naturaleza general de la práctica científica. La filosofía de la ciencia se ocupa de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y los procesos de la naturaleza. Su objeto es tan antiguo y se halla tan extendido como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos, y han preferido seguir “haciendo ciencia” en vez de dedicar más tiempo a considerar en términos generales “cómo se hace la ciencia”. Entre los filósofos, la filosofía de la ciencia ha sido siempre un problema central; dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume, Immanuel Kant y John Stuart Mill. Gran parte de la filosofía de la ciencia es indisociable de la epistemología, la teoría del conocimiento, un tema que ha sido considerado por casi todos los filósofos. Mario Bunge llama filosofía científica a la clase de concepciones filosóficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que nos permite: a) plantear cuestiones fácticas “razonables” (esto es, preguntas que son significativas, no triviales, y que probablemente pueden ser respondidas dentro de una teoría existente o concebible); y b) probar respuestas probables en todos los campos especiales del conocimiento. Explica Bunge, que no debe confundirse la filosofía científica con el cientificismo en cualquiera de sus dos versiones: el enciclopedismo científico y el reduccionismo naturalista. El enciclopedismo científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los resultados más generales de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos, y preferiblemente formulándolos todos en un único lenguaje (por ej., el de la física). En cambio, la filosofía, científica o no, analiza lo que se le presente y, a partir de este material, construye teorías de segundo nivel, es decir teorías de teorías; la filosofía será científica en la medida en que elabore de manera racional los materiales previamente elaborados por la ciencia. Así es como puede entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico. En relación con el cientificismo concebido como reduccionismo naturalista -y que a veces se superpone con el enciclopedismo científico como ocurre con el fisicalismo-, puede describírselo como una tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas, irreductibles, de cada nivel de la realidad. El cientificismo radical de esta especie sostendría, por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema físico-químico (o, a lo sumo, biológico), de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente mediante la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase. En cambio, la filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada campo, con la única condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales del método científico en lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera es como puede entenderse la extensión del método científico a todos los campos especiales del conocimiento.
Es la investigación sobre la naturaleza general de la práctica científica. La filosofía de la ciencia se ocupa de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y los procesos de la naturaleza. Su objeto es tan antiguo y se halla tan extendido como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos, y han preferido seguir “haciendo ciencia” en vez de dedicar más tiempo a considerar en términos generales “cómo se hace la ciencia”. Entre los filósofos, la filosofía de la ciencia ha sido siempre un problema central; dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume, Immanuel Kant y John Stuart Mill. Gran parte de la filosofía de la ciencia es indisociable de la epistemología, la teoría del conocimiento, un tema que ha sido considerado por casi todos los filósofos. Mario Bunge llama filosofía científica a la clase de concepciones filosóficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que nos permite: a) plantear cuestiones fácticas “razonables” (esto es, preguntas que son significativas, no triviales, y que probablemente pueden ser respondidas dentro de una teoría existente o concebible); y b) probar respuestas probables en todos los campos especiales del conocimiento. Explica Bunge, que no debe confundirse la filosofía científica con el cientificismo en cualquiera de sus dos versiones: el enciclopedismo científico y el reduccionismo naturalista. El enciclopedismo científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los resultados más generales de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos, y preferiblemente formulándolos todos en un único lenguaje (por ej., el de la física). En cambio, la filosofía, científica o no, analiza lo que se le presente y, a partir de este material, construye teorías de segundo nivel, es decir teorías de teorías; la filosofía será científica en la medida en que elabore de manera racional los materiales previamente elaborados por la ciencia. Así es como puede entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico. En relación con el cientificismo concebido como reduccionismo naturalista -y que a veces se superpone con el enciclopedismo científico como ocurre con el fisicalismo-, puede describírselo como una tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas, irreductibles, de cada nivel de la realidad. El cientificismo radical de esta especie sostendría, por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema físico-químico (o, a lo sumo, biológico), de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente mediante la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase. En cambio, la filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada campo, con la única condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales del método científico en lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera es como puede entenderse la extensión del método científico a todos los campos especiales del conocimiento.
Es la investigación sobre la naturaleza general de la práctica científica. La filosofía de la ciencia se ocupa de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y los procesos de la naturaleza. Su objeto es tan antiguo y se halla tan extendido como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos, y han preferido seguir “haciendo ciencia” en vez de dedicar más tiempo a considerar en términos generales “cómo se hace la ciencia”. Entre los filósofos, la filosofía de la ciencia ha sido siempre un problema central; dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume, Immanuel Kant y John Stuart Mill. Gran parte de la filosofía de la ciencia es indisociable de la epistemología, la teoría del conocimiento, un tema que ha sido considerado por casi todos los filósofos. Mario Bunge llama filosofía científica a la clase de concepciones filosóficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que nos permite: a) plantear cuestiones fácticas “razonables” (esto es, preguntas que son significativas, no triviales, y que probablemente pueden ser respondidas dentro de una teoría existente o concebible); y b) probar respuestas probables en todos los campos especiales del conocimiento. Explica Bunge, que no debe confundirse la filosofía científica con el cientificismo en cualquiera de sus dos versiones: el enciclopedismo científico y el reduccionismo naturalista. El enciclopedismo científico pretende que la única tarea de los filósofos es recoger los resultados más generales de la ciencia, elaborando una imagen unificada de los mismos, y preferiblemente formulándolos todos en un único lenguaje (por ej., el de la física). En cambio, la filosofía, científica o no, analiza lo que se le presente y, a partir de este material, construye teorías de segundo nivel, es decir teorías de teorías; la filosofía será científica en la medida en que elabore de manera racional los materiales previamente elaborados por la ciencia. Así es como puede entenderse la extensión del método científico al trabajo filosófico. En relación con el cientificismo concebido como reduccionismo naturalista -y que a veces se superpone con el enciclopedismo científico como ocurre con el fisicalismo-, puede describírselo como una tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas, irreductibles, de cada nivel de la realidad. El cientificismo radical de esta especie sostendría, por ejemplo, que la sociedad no es más que un sistema físico-químico (o, a lo sumo, biológico), de donde los fenómenos sociales debieran estudiarse exclusivamente mediante la ayuda de metros, relojes, balanzas y otros instrumentos de la misma clase. En cambio, la filosofía científica favorece la elaboración de técnicas específicas en cada campo, con la única condición de que estas técnicas cumplan las exigencias esenciales del método científico en lo que respecta a las preguntas y a las pruebas. De esta manera es como puede entenderse la extensión del método científico a todos los campos especiales del conocimiento.


FILOSOFÍA OCCIDENTAL:

Conjunto de sistemas, doctrinas, teorías y escuelas de pensamiento que, en el ámbito de la filosofía, se han desarrollado a lo largo de toda la historia en el espacio geográfico occidental (entendiéndose por éste el continente europeo y, desde el comienzo de la edad contemporánea, el americano). Antes de afrontar su estudio, es necesario limitar el marco disciplinar de la propia filosofía que, en un principio, se define por ser el estudio racional y crítico de los principios básicos. Generalmente, la filosofía es dividida en cuatro ramas principales: metafísica (estudio de la realidad última), epistemología (estudio de los orígenes, validez y límites del conocimiento), ética (estudio de la naturaleza de la moral y el juicio) y estética (estudio de la naturaleza de la belleza en las actividades artísticas). Dos son los principales tipos de investigación filosófica: el analítico (estudio lógico de los conceptos) y el sintético (ordenamiento de los conceptos en un sistema unificado).


FISICALISMO:

Teoría epistemológica del neopositivismo, según la cual las ciencias humanas deben organizarse según la metodología de las ciencias físicas.


FORMA:

Es la figura de los cuerpos, o sea, su perfil como terminación y límite de la realidad corpórea, encarada desde todos los puntos de vista. La forma sin materia no tiene existencia


FORMA SUBSTANCIAL:

Sustancia incompleta que constituye al cuerpo y que determina a la materia común, la materia prima, para que sea de tal modo o especie.


FORMACIÓN:

Acción y efecto de formar o formarse. Educación en general, o enseñanza de cierta actividad que transcurre dentro de un proceso formativo. Se refiere frecuentemente a la formación profesional como un nivel educativo posterior a la educación secundaria que ofrece una capacitación para el ejercicio profesional.


FORMAS DE ORGANIZACIÓN:

Se refiere al cómo organizar el enseñar y el aprender en el espacio y en el tiempo. Constituyen el soporte en el cual se desarrolla el proceso de enseñanza aprendizaje, en ellas intervienen todos los implicados: alumno, profesor, escuela, familia y comunidad. La clase es la forma de organización fundamental, aunque en la actualidad se conciben otras que adquieren un papel determinante en el "enseñar a aprender", tales como son: la conferencia, la clase práctica, el seminario, la actividad de laboratorio, el trabajo en huertos y parcelas, la excursión, el debate de una película o vídeo, el panel, el evento científico, entre otras.


FRACASO ESCOLAR:

Situación un alumno o grupo de alumnos que no alcanzan los objetivos escolares del curso en que se encuentran.


FUENTES DE LA INVESTIGACIÓN:

Están constituidas por las diferentes publicaciones que se consultan para una investigación, libros, revistas, folletos, publicaciones electrónicas, entre otras. Es recomendable consultar fuentes relacionadas con el objeto y el campo determinado en una investigación, lo que facilita posteriormente llegar a sintetizar lo que es importante a la misma.


FUNDAMENTACIÓN EMPÍRICA DE LA INVESTIGACIÓN:

Es la fundamentación que se elabora a partir de los resultados de la práctica educativa, mediante la observación, la experimentación, encuestas, entrevistas, análisis de contenido y otros métodos que permiten acumular información empírica. Permite describir el estado o el diagnóstico del objeto de estudio en una investigación, establecer su evolución y las tendencias que manifiesta, a partir de las propias indagaciones del investigador o de los resultados de otras investigaciones antecedentes.


FUNDAMENTACIÓN INICIAL DE LA INVESTIGACIÓN:

La fundamentación inicial de una investigación puede ser contentiva de un componente empírico y uno teórico. La empíria parte de la práctica educativa y de las experiencias del docente, en ella está la génesis del problema investigativo. Es aquí donde se construye la primera estructura del objeto de estudio y donde el investigador descubre situaciones contradictorias no explicadas. Se recomienda acumular toda la información posible que resulte de la observación y otros recursos empíricos, pero se advierte que solo con esto no es suficiente para resolver un problema educativo de naturaleza científica. Con la fundamentación teórica inicial de la investigación deben aparecer argumentos que evidencien la necesidad, importancia y actualidad del tema objeto de investigación y una claridad un tanto mayor de las relaciones contradictorias que deben conducir a la expresión esencial del problema.


FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA DE LA INVESTIGACIÓN:

Es el conjunto de conceptos, categorías, regularidades, leyes y principios, que articulados lógicamente entre sí, permiten explicar una solución de un problema; se elabora con el estudio y sistematización de aquellas fuentes de información teórica que explican la solución del problema educativo a investigar. Para ello se precisa de las acciones esenciales siguientes: Definir y explicar los cuerpos teóricos que dan los fundamentos esenciales; enriquecer estos fundamentos con las precisiones necesarias para adecuar todo a su objeto de investigación; y describir término a término toda la fundamentación ya adecuada, revelando su esencia demostrativa. Una fundamentación bien planteada contiene nuevos resultados, así como la explicación lógica y demostrable de tales resultados.